miércoles, 21 de junio de 2017

TENGO ALGO QUE CONTARTE (18)

Correspondencia entre dos mujeres.




Salt, Jueves 21 de junio de 2017




EL BALCÓN DE LAS INDECENCIAS


Amiga mía, su carta me trasladó en un momento a su reparto y me vi asomada a su ventana mirando su playa, sus flores, sus gentes paseando y nosotras platicando sin parar. Imaginaba cómo nos explicábamos cosas, cómo discutíamos los temas sobre los que me escribía,… ¡qué a gustito estaba!. Fue bien lindo ese rato, y una vez de vuelta de mi viaje imaginario, empiezo a hablarle  igualmente, a través de nuestras carticas.

El tema medioambiental que me cuenta coincido con usted en que es un desastre que vamos tejiendo poco a poco (bueno, a veces bien rápido que va). Y lo que es peor, aún sabiendo que estamos tejiendo un traje que acabará asfixiándonos seguimos enzarzados en ese telar.

He estado mirando la tele un ratito. A veces hago el ejercicio de pensar que para mucha gente es  el balcón por dónde asomarse al mundo. La vida ajetreada que llevamos hace, en muchos casos, que sea el único observatorio por dónde mirar qué pasa fuera de nuestras cuatro paredes. Ha sido sólo un rato, pero créame que de lo más productivo. Suficiente para poner las coronarias en ebullición. Le relato mi resumen de televidente, para que se dé una idea de qué cosa es a veces la información por acá. Coincido con los minutos publicitarios. Primero sale una chica guapísima anunciando un champú, que le dejó una melena tan frondosa y brillante que cuando la ondea al viento su jefe cae rendido. No sabemos si le acaba subiendo el sueldo, pero en cualquier caso, el mérito de esa mujer radica en ese pelazo, que  hace juego con unos dientes blanquísimos de sonrisa perfecta y un cutis fino e inmaculado cual culito de bebé. 





En definitiva, en lo seductora que resulta la chica. No sé yo si es el mejor ejemplo para reivindicarse como mujer-igual. Y de paso pregunto, si una tiene un pelo normalito en vez de la cabellera de la anunciante, ¿también levantaríamos pasiones laborales a nuestro paso? Y puestos a preguntar, ¿si todas las mujeres usaran ese champú conseguirían cobrar lo mismo que los hombres por el mismo trabajo? Sería lo mínimo para tanto brillo y suavidad capilar ¿no le parece? Acto seguido sale un papá anunciando un coche. El auto en cuestión tiene no sé cuantísimas prestaciones y complementos, por lo visto, tantos como miles de euros vale. Incluye wifi, punto definitivo para que el hijo consiga que sus amigos vayan con él. Total, para ir sentados los chicos en el asiento trasero cada uno con su trasto electrónico conectado a internet y sin dirigirse la palabra entre ellos. Cosa por otro lado que marca tendencia entre las relaciones actuales, eso de escribirte por el teléfono con quien tienes al lado. Y claro, como andan ocupados en mirar la pantalla no pueden mirar a los ojos del otro, ni ver cómo brillan o cómo se emocionan. ¡Qué pena! Y me asaltan dos ideas fugaces: 

- Tener un buen coche hace tener más amigos. De nuevo es el dinero el que marca el éxito de las relaciones humanas, ya desde pequeñitos.

- Promocionar los vehículos, a cual más potente, hasta el infinito. Hay muchísimos anuncios de autos, todos quieren vender, y nosotros debemos comprar. El consumo de combustible para todos ellos no se plantea. 

Pienso en los famosos biocarburantes, el biodiésel, ese gran invento como solución al petróleo tradicional y que debía liberarnos de buena parte de la contaminación. Ése que se fabrica a través de grasas vegetales, pero como se necesita tantísimo, hay que cultivar inmensas extensiones de soja, colza, girasol, palma, cebada, maíz,… La producción masiva de estos cereales están provocando un triste impacto medioambiental y están teniendo unas consecuencias sociales indeseables. Comporta un gran aumento de la deforestación en los bosques, el desplazamiento de los campesinos buscando dónde cultivar, la destrucción de ecosistemas, el desplazamiento de cultivos alimentarios y forrajes… Se destinan tierras, agua y otros recursos en la producción de biocombustibles en detrimento de productos alimentarios básicos. Porque la gran producción de estos cereales suele pasar explotando las tierras en donde sus gentes ya pasaban hambre. Han visto cómo sus terrenos baldíos se volvieron fértiles, pero ellos siguen sin poder comer, porque ese grano irá a parar a los motores. Los motores que mueven la industria y los autos de ese otro mundo donde sí comemos. 





Mientras sigo en mis cavilaciones, aparece una mamá cocinando una pechuga de pollo a la plancha para su hijo. Todo normal hasta que el chaval pone mala cara, proclama que no cenará semejante cosa, y el narrador relata que si esta mamá no quiere pasar a la memoria de su pequeño como alguien que le amargó la infancia, lo que debe hacer es comprarle unos frankfurts de pollo mucho más lindos y sabrosos. La publicidad no le explica a esa madre que gracias a sustituir los alimentos naturales por prefabricados hemos conseguido poner la obesidad infantil en un lugar destacado en nuestros problemas de salud actuales. 

No me dan tregua a digerirlo (no el pollo, sino el mensaje) cuando ya tengo ante mí el siguiente anuncio. Me aconsejan que para disfrutar al máximo mis próximas vacaciones, lo ideal es embarcarme en un crucero por el Mediterráneo. Son esos viajes en los que te pasas 10 días en un barco grandísimo, de 10 pisos o más, en el que hay de todo. Puedes ir al gimnasio, a la piscina, al casino, a las tiendas, bares, restaurantes,… ¡ah! y no olvidar una muda elegante para la cena con el capitán, que una noche suelta el timón y cena con los pasajeros (quiero pensar que alguien lo suple, porque aunque el mar es muy grande y no hay mucho tráfico, siempre va bien llevar el rumbo previsto y con tanto guateque, no amanecer en Sebastopol). En el viaje tendrás todo esto y mucho más, si no eres de esos agoreros que se marean con el vaivén del mar, y antes de tomar la velocidad de crucero saliendo del puerto ya has devuelto hasta tu primera papilla, dando de comer a cuanta merluza, besugos y/o similares pase por debajo. La parte positiva de tener que encerrarte en tales condiciones en el camarote, con cara de acelga y ojos de carnero degollado, es que te ahorras quedar como un chicharrón en la piscina, con la cara y la espalda como una gamba y viendo como el aftersun no da a basto con tanto estropicio solar de alta mar. Y navega que navega, se va parando en las ciudades más emblemáticas. El guión es fácil: bajas, visitas tranquilamente la ciudad en 12 horas y vuelves a embarcar. Eso sí, imagino que son 12 horas muy organizadas, en las que debes dar cabida a paseos, monumentos, fuentes (de museos ni hablamos), compras, fotografías, traslados, comida, y a poder ser, alguna visita al baño. Y así, en un solo viaje “podremos conocer” Barcelona, Marsella, Roma, Túnez, Palermo, Dubrovnic, Atenas y dejar algún día para relajarse en las islas griegas. 




Yo no digo que no sea un buen plan, pero a mí me daría miedo mirar por la borda. Me daría la sensación que en algún momento toparíamos con una barca a la deriva llena de gente que pide refugio. O lo que es peor, me encontraría con los ojos de quienes ya no están en la barca porque se han ido quedando bajo las aguas, poco a poco, cada día. Y que seguirán cayendo en el intento mientras los ricos sólo abramos los puertos para comerciar y hacer cruceros. Mejor no pensar tampoco en los millones de toneladas de basura que contaminan nuestros mares y océanos, formando a veces verdaderas islas y vertederos flotantes, tan extensos como dos Españas. Basura y plásticos provenientes de residuos industriales abocados a ríos y mares, pero también de la navegación. Buena parte de ese basurero será alimento de peces. Unos ya se morirán directamente, y los otros nos devolverán gentil y calladamente nuestra basura al comérnoslos. La naturaleza, siempre que puede, no deja de ser justa.

Sigo un ratito asomada a ese balcón al exterior que es la tele. Tengo suerte. El sofocón que me está entrando con tanta mentira sibilina y tanta indecencia publicitaria se ve interrumpido por el noticiario. Le cuento un resumen. Las informaciones no son muy halagüeñas. Veo cómo líderes políticos y financieros del país están en la cárcel  o investigados por delitos, curiosamente siempre económicos. Empiezan con lo nacional-autonómico, y lo más destacado son los acusados (algunos en prisión y otros en juicio) por fraude fiscal, malversación de fondos públicos y similares. Son personas durante mucho tiempo en la cúpula del poder político, financiero y cultural; abanderados del amor patrio, doctores en dar lecciones de moral y ética al pueblo llano. Y ya ve usted, ese pueblo llano que una vez creyó en ellos, ahora mira estupefacto la “cara B” del discurso que altaneramente pronunciaban. 

Acto seguido pasan a las noticias del resto del estado. ¡No se imagina las más destacadas!. La acusación (también con algunos en prisión y otros en juicio) por fraude fiscal, desvío y malversación de fondos públicos con fines privados. Historia repetida. También pertenecen a las cúpulas de poder (de hecho, algunos siguen con cargos de gobierno), y como los anteriores, son predicadores de las máximas patrióticas. Creyentes y practicantes. En mi pueblo les dirían A Dios rogando y con el mazo dando. Esta vez se ameniza más la fiesta, pues se añaden a ella algunos fiscales anticorrupción. Sí, lo ha entendido bien. Alguien que debe velar porque no haya delitos fiscales, resulta que también es un evasor fiscal. Sería como poner al zorro a cuidar el galllinero. No me negará que lo nuestro ya es pura chulería, ¿verdad amiga mía?. Bueno, eso y que tenemos la suerte de tener altos cargos en todas las esferas con abuelos que les dejaron grandes herencias en el extranjero. ¡Para que luego digan que los de antes no  viajaban! Como ve, el hilo conductor siempre es el mismo: dinero público (de todos, sí, también de los pobres), que va a parar a bolsillos de unos pocos (que casualmente siempre son ricos), y por lo tanto en detrimento de mejorar los beneficios colectivos. 

Sigue el noticiario dando paso a unas declaraciones del presidente del gobierno, quien asegura que el país va viento en popa, la crisis acabándose, la economía alegre, y todos juntos como hermanos aupándolo. Y a mí no me acaba de cuadrar este precioso escenario, por ejemplo, con el aumento en la precariedad laboral, el aumento del número de familias y trabajadores pobres, la persecución judicial que está sufriendo el pueblo catalán por querer votar sobre su futuro,… no sé, pero a mí me da que este señor está hablando de otro país. Quizás con tanto ajetreo de viaje arriba y abajo llega un momento que uno no sabe de dónde viene, dónde está y de quienes habla, ¿no?. 





A continuación dan un repaso a lo internacional. El primero en aparecer, amiga habanera, es su vecino de arriba, Mr. Trump. Bueno, él vive arriba de ustedes, pero nosotros, a nuestros indecentes los tenemos viviendo en el mismo rellano, y algunos casi de compañeros de piso, osea que no se preocupe por eso. ¡Qué decir de ese fenómeno! Ya sabe que no me gusta hablar de él, pero hoy salió en mi balcón televisivo y se lo cuento. Relatan su gira acompañado de su esposa-florero (cualquier día me la encuentro anunciando el champú de la melena mágica), al mejor estilo del far-west. Los modales de sheriff se ve que ya los traía él de serie, y se pasa el viaje exigiendo mano dura, regañando gobiernos por tenerla blanda con los pobres, negando el cambio climático y vendiendo armas, más o menos a partes iguales. Tema que toca, lo borda. Ya se sabe, hay que aprovechar los viajes al precio que van los pasajes, ¿verdad?. 

Tengo suerte, y los deportes junto con la información del tiempo irrumpen rápido en el balcón para calmar mi sofocón creciente. Y es que hasta ahora no paraba de ver por él indecencias. Unas por ser falsedades que intentan engañar de forma indecente. Las otras por ser verdades indecentes de por sí.

Apago la tele. Cierro este balcón al mundo y me voy a la calle. Y le aseguro que es mucho más gratificante. Me encuentro con quien me explica emocionado cómo fue la marcha de la dignidad del otro día, donde miles de personas se manifestaban pidiendo Pan, trabajo, techo e igualdad. ¿ve como nuestro presidente en sus declaraciones, o andaba soñando o se confundía de país maravilloso? Me encuentro también con quienes aún leen poesía y se emocionan con la ternura. Con vecinos que se agrupan para luchar, recordar o divertirse juntos. Con gentes que se asocian y hacen pedagogía para cultivar y consumir de manera sostenible y responsable. Con jóvenes que transforman edificios muertos en casas vivas, dándoles un uso colectivo. Donde puedo ver, escuchar y leer a otros comunicadores. Esos que cuentan cosas necesarias y dan voz a gentes y verdades seguramente inconvenientes y por eso no les dejan asomarse al balconcito. Veo tantísimas cosas que pasan, que vale la pena que pasen...y que nunca pasan por ese balcón de las indecencias.

Definitivamente, apagar la tele ha sido una opción mucho mejor, muchísimo más gratificante para el ánimo.

Le mando un abrazo enorme, con el balcón cerrado y la puerta abierta. Y a pesar de muchos, con el ánimo impregnado de esperanza.


Vicentita



(*)Tengo algo que contarte. Correspondencia entre dos mujeres es una relación epistolar entre una mujer de La Habana y otra de Salt (Girona). La publicación de estas cartas se realiza con el permiso de ellas mismas que han confiando en La Guerrilla Comunicacional su publicación.

Si es la primera carta que lees puede ser que te interese ver el histórico de la correspondencia:

Prólogo: Prólogo
Carta 1ª: Carta nº 1
Carta 2ª: Carta nº 2
Carta 3ª: Carta nº 3
Carta 4ª: Carta nº 4
Carta 5ª: Carta nº 5
Carta 6ª: Carta nº 6
Carta 7ª: Carta nº 7
Carta 8ª: Carta nº 8
Carta 9ª: Carta nº 9
Carta 10ª: Carta nº 10
Carta 11ª: Carta nº 11
Carta 12ª: Carta nº 12
Carta 13ª: Carta nº 13
Carta 14ª: Carta nº 14
Carta 15ª: Carta nº 15
Carta 16ª: Carta nº 16



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